miércoles, 22 de agosto de 2012



Dentro de los Blogs de Nexos en línea, Luis Bugarini tiene su Asidero y hace unos días me invitó a platicar con él su Atelier de Letras:



AGOSTO 17, 2012

Conversación con Andrés Acosta



[De la serie "Atelier de letras", esta plática con Andrés Acosta, quien publicó recientemente Subterráneos (2011).]
—¿Porqué escribir, Andrés? ¿Qué aporta la escritura?
A lo largo de los años he ensayado distintas respuestas a la primera interrogante. Y he creído firmemente en cada una de ellas. Ahora escribo por mí y para mí. No es un simple asunto de egoísmo, sino de vitalidad. Me mantengo vivo gracias a que encuentro un sentido a las cosas mediante la escritura. Escribir es una forma de leer el mundo. Escribo-leo para mí.
No intento aportar nada con mis libros. Hay demasiados libros. Imposible leerlos todos. Que cada quien escoja el que más le acomode. De cualquier manera, llega un momento en que, como lector, te das cuenta de que (llevando el razonamiento al extremo) el libro no importa: importa la lectura que hagas de él. Incluso, libros tan valiosos (por supuesto que los hay) son apreciados por un lector superficial debido a razones equivocadas.
—¿Cómo escribes, Andrés? ¿Cómo nace aquello que leemos como libro? ¿Vas directo al teclado o hay algún paso previo en cuadernos o notas al margen?
No estoy casado con un método. Escribo de distintas maneras. A veces le doy directo al cuaderno o al teclado, en la banca de un parque o en una cafetería. A veces me encierro en mi casa y planeo exactamente cada capítulo. Depende del texto, no de su género sino de lo que intuya acerca del libro en cuestión. A veces escucho música, a veces convivo con mi perico. Leo sobre el tema o lo evado conscientemente. Por lo regular cuando camino mucho o estoy como en duermevela, contemplando algo anodino, es cuando se me aclaran las cosas: caen solitas. A veces todo fluye con facilidad, a veces me detengo en un párrafo por días. Luego me doy cuenta de que debo reescribir y lo hago.
Tal vez sea irrelevante la manera, por lo cotidiano que resulta, pero al mismo tiempo quizá sea tan importante como vivir cada momento. Como no creo en ningún tipo de trascendencia, el acto de escribir, en sí mismo, debe ser lo que cuente. Paso muchas horas leyendo y escribiendo. En eso se consume buena parte de mi vida. La experiencia debe valer la pena.
Ahora bien, no todo es miel sobre hojuelas ni hay entusiasmo o buenas intenciones que valgan: en términos objetivos, el resultado del producto depende, en gran medida, del trabajo posterior de corrección y de reescritura. ¿Qué tanto estoy dispuesto a dedicarle a un libro? Esa es la pregunta.
Para seguir leyendo la entrevista en Asidero, de Luis Bugarini.