Pero el ritmo de las olas mezclado al de los pensamientos, mece al distraído muchacho en tal opiácea vaguedad de ensoñaciones vacuas e inconscientes, que al fin pierde su propia identidad y toma el místico océano, a sus pies, por la imagen visible de esa alma azul, profunda e infinita que se adueña de la humanidad y la naturaleza; y cada cosa extraña, vislumbrada, huidiza, hermosa, que lo elude, cada aleta que surge incierta e inapresable entre las aguas le parece la encarnación de esos pensamientos elusivos que sólo pueblan el espíritu deslizándose sin cesar a través de él.
Moby Dick/Herman Melville