domingo, 31 de agosto de 2008


...so, la tragedia del otro siempre en segundo o tercer plano, siempre como la de un perico echado por la borda, mientras nuestras piernas y brazos luchan desesperadamente por salir a flote en medio de la catástrofe personal; pero es que el paisaje tan anchuroso reduce a proporciones ridículas nuestro sufrimiento y hasta casi podríamos reir de lo estúpido de nuestra condición irremediable. Si por un instante pudiéramos admirar la sobriedad, la paz cósmica del arriero, del pastor y sus ovejas dejaríamos de remover las piernas como remolino; entonces nos resignaríamos (nos re-nombraríamos) y ya no seríamos este Ícaro al que no le pasa nada sino el mero cumplimiento de la cita con su destino, so...

2 comentarios:

Mori Ponsowy dijo...

¿será posible dejar de ser ícaros?

Yo dijo...

ojalá, porque si esto sigue... en esta ciudad en la que los secuetradores aprovechan para cobrar rescate durante la marcha anisecuestros...

gracias por tu comentario