miércoles, 10 de septiembre de 2008


Dos en un mismo paquete

Pero por desgracia,
para enfrentar a la Delincuencia Organizada, el gobierno sólo disponía de su Policía Caótica. Mientras más se esmeraba la delincuencia por organizarse, más se confundía y descomponía la policía nacional. La batalla contra la delincuencia se estaba perdiendo y el motivo era simple: la policía nacional se encontraba dividida en una maraña interminable de corporaciones distintas, dispersas anárquicamente dentro de los gobiernos: municipal, estatal y federal. Así, los tipos de policía difícilmente podían enumerarse de manera exhaustiva: judicial, federal preventiva, auxiliar, de tránsito, de caminos, antisecuestro, seguridad pública, turística, montada, en bicicleta o en patines, ecológica, fiscal, etc. Constantemente se creaban nuevos destacamentos o desaparecían otros, con el pretexto de mejorar las estrategias contra el crimen. Y por si fuera poco, además existían cuerpos especiales (llamados de élite), que recibían entrenamiento en el extranjero y gozaban de armamento prohibido: los grupos Fuerza de Reacción, Tigre, Sagitario, Sombra, o algunos de los que ni siquiera se sabe su nombre porque se mantenían en secreto debido a la índole de las tareas de alta seguridad que realizaban; y puesto que estaba prohibido informar públicamente acerca de su estructura para que no fueran puestos en peligro, tenían libertad para actuar en lo oscuro, atropellando los derechos de cualquiera. Las corporaciones policíacas carecían de un órgano que las fiscalizara y las coordinara en conjunto, por lo que la comunicación entre las corporaciones era inexistente y, de hecho, las rivalidades entre ellas provocaban constantes enfrentamientos intestinos que culminaban con algún muerto de por medio. Entre sus dolencias, la policía sufría también un grave problema de identidad, ya que no estaba consciente de que el motivo de su existencia era combatir el delito, mas no contribuir a su proliferación, como sucedía a diario. El problema de falta de identidad policial, de doblez ético, fue aprovechado con creces por la Delincuencia Organizada. La consabida sentencia: Divide y vencerás, no se hubiera aplicado al caso porque la Delincuencia Organizada se ocupó de penetrar subterráneamente a la policía.

Doctor Simulacro

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