Pero por desgracia, para enfrentar a la Delincuencia Organizada, el gobierno sólo disponía de su Policía Caótica. Mientras más se esmeraba la delincuencia por organizarse, más se confundía y descomponía la policía nacional. La batalla contra la delincuencia se estaba perdiendo y el motivo era simple: la policía nacional se encontraba dividida en una maraña interminable de corporaciones distintas, dispersas anárquicamente dentro de los gobiernos: municipal, estatal y federal. Así, los tipos de policía difícilmente podían enumerarse de manera exhaustiva: judicial, federal preventiva, auxiliar, de tránsito, de caminos, antisecuestro, seguridad pública, turística, montada, en bicicleta o en patines, ecológica, fiscal, etc. Constantemente se creaban nuevos destacamentos o desaparecían otros, con el pretexto de mejorar las estrategias contra el crimen. Y por si fuera poco, además existían cuerpos especiales (llamados de élite), que recibían entrenamiento en el extranjero y gozaban de armamento prohibido: los grupos Fuerza de Reacción, Tigre, Sagitario, Sombra, o algunos de los que ni siquiera se sabe su nombre porque se mantenían en secreto debido a la índole de las tareas de alta seguridad que realizaban; y puesto que estaba prohibido informar públicamente acerca de su estructura para que no fueran puestos en peligro, tenían libertad para actuar en lo oscuro, atropellando los derechos de cualquiera. Las corporaciones policíacas carecían de un órgano que las fiscalizara y las coordinara en conjunto, por lo que la comunicación entre las corporaciones era inexistente y, de hecho, las rivalidades entre ellas provocaban constantes enfrentamientos intestinos que culminaban con algún muerto de por medio. Entre sus dolencias, la policía sufría también un grave problema de identidad, ya que no estaba consciente de que el motivo de su existencia era combatir el delito, mas no contribuir a su proliferación, como sucedía a diario. El problema de falta de identidad policial, de doblez ético, fue aprovechado con creces por la Delincuencia Organizada. La consabida sentencia: Divide y vencerás, no se hubiera aplicado al caso porque la Delincuencia Organizada se ocupó de penetrar subterráneamente a la policía.
Mención honorífica del Premio de Novela Juvenil Gran Angular 2006 (Ediciones SM, 2006). Seleccionada para el programa Bibliotecas de Aula de la SEP 2008-2009
Lavadora de culpas (cuento infantil)
Premio de Cuento de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2005 (Conaculta, 2006)
Doctor Simulacro (novela)
Finalista del Premio de Novela Negra "Una vuelta de tuerca" 2005 (Planeta-Joaquín Mortiz. Serie del Volador, 2005)
Solitarios y podridos (cuentos)
Premio Latinoamericano de Cuento Benemérito de América 2003 (UABJO, 2003)
Capicúa 101 (cuentos)
Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola 2003 (Universidad de Guadalajara, 2003)
Los signos remotísimos del día (cuentos)
(Asociación de Escritores de México, 1999)
No volverán los trenes (novela)
Premio Nacional de Novela Corta Josefina Vicens 1995 (Tierra Adentro, 1998)
El sueño de los cinocéfalos (novela)
Mención honorífica del Premio Punto de partida de fragmento de novela 1994 (UNAM. Serie Confabuladores 1997)
Afuera están gritando tu nombre (cuentos)
Mención honorífica del Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 1990 (DIFOCUR, 1991)
Mérida (prosas bilingües, inglés español)
Colaboración con el escritor canadiense José Teodoro (Left Hand Press, Canadá, 2003)
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