miércoles, 26 de noviembre de 2008


Búsqueda y desarrollo en la novela, según Patricia Highsmith:

Desarrollar la idea para un relato es tan creativo como encontrarla o recibirla inicialmente. El escritor puede emplear su capacidad de pensar para desarrollar el germen de la narración, pero en semejante proceso la función del cerebro consiste más en excluir (por ilógico) que en incluir o inventar algo. Con un truco, el germen de una idea o una breve secuencia de acción, el escritor puede inventar cinco o seis situaciones que puedan conducir a ello o resultar de ello (desarrollar la idea para una narración es un proceso de avance y retroceso, como tejer) y podría eliminar tres de estas situaciones por ilógicas o sencillamente por no ser tan buenas como las otras tres. Entonces puede experimentar la sensación deprimente de que las tres situaciones restantes no cobran vida, no inspiran, y quedarse paralizado. El escritor arroja el lápiz y se aleja de su mesa de trabajo con la sensación de no haber avanzado mucho, de que tal vez la idea esté muerta. Y más tarde, cuando no esté pensando en la narración, una de estas ideas inmóviles cobrará vida y empezará a moverse, a avanzar, y de pronto el escritor tendrá ante sí una larga extensión de buena narrativa. Arquímedes estaba en la bañera cuando gritó «¡Eureka!», y no devanándose los sesos ante su escritorio o dondequiera que trabajase. Pero estos momentos de gloria no llegan a menos que antes se le hayan dado vueltas y más vueltas al problema.

Aunque esto representa un arduo trabajo, ya que parece inútil, en realidad prepara el terreno para que la imaginación haga el resto. Mis libretas de notas están llenas de páginas, quizá veinte o más por cada libro que he escrito, que son sencillamente tangenciales o constituyen divagaciones fantásticas alrededor del germen o de la principal acción o situación, que fue la única cosa que permaneció constante durante el proceso de desarrollo. Generalmente, estas divagaciones no se parecen en nada al libro definitivo. Pero son imprescindibles para las ideas, mucho mejores, que se me ocurren más adelante; en cuanto a éstas no suelo tomarme la molestia de anotarlas porque son obviamente acertadas o inolvidables.

Edna O'Brien, la inteligente novelista irlandesa, dijo en una entrevista: «Los escritores siempre están trabajando. Nunca paran.» Esta es la naturaleza de la profesión de escritor, al menos del que escribe novelas o narraciones. Los escritores o están desarrollando una idea o buscando, aunque sea inconscientemente, el germen de una idea.

Yo me dedico a crear debido al aburrimiento que me producen la realidad y la monotonía de la rutina y de los objetos que me rodean. Por tanto, no me disgusta este aburrimiento que me invade de vez en cuando, e incluso trato de crearlo mediante la rutina. Yo no «tengo que trabajar» en el sentido de que deba obligarme a hacerlo o a pensar en lo que he de hacer, ya que el trabajo viene a mí. Me produce el mismo placer hacer una mesa, un buen dibujo, algún cuadro esporádico, que escribir un libro o una narración corta. Este aburrimiento es una circunstancia afortunada y apenas me percato de él hasta que se me ocurre una idea para escribir un libro o un relato corto. Entonces me doy cuenta de que encontraré un mundo mucho más interesante cuando empiece a trabajar en dicha idea. Cuando me pongo a pensar en el desarrollo de la idea, ya estoy entrando en ese mundo. Quizá sientan lo mismo la mayoría de los escritores.

Con frecuencia, el desarrollo de una idea no tiene ni pizca de lógica y hasta tal punto hay en él un elemento de juego que no puedo decir que este proceso sea una actividad seria, aunque pueda llevar aparejada la necesidad de pensar mucho. Esto sigue formando parte del juego. Escribir novelas o relatos es un juego y, para seguir jugando, es necesario que en ningún momento deje de divertirte. Las únicas veces en que no me divierte es cuando tengo que trabajar con dificultades, para cumplir un plazo de entrega. Cuando escribes un libro no es frecuente que debas sujetarte a un plazo de entrega, pero sí tienes que hacerlo cuando escribes para la televisión, cuando preparas versiones condensadas de tu propia obra, o cuando haces cambios en un libro que va a publicarse por entregas.

Patricia Highsmith / Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen txt. Andaba pensando en el arte de la aparición de las ideas muertas días pasados, cuando cometí el error de no anotar de inmediato una buena idea que se me cruzó mientras conducía. La perdí. Sé que volverá, disfrazada, atontada o brillante, pero no será igual. Cuando las ideas te traicionan una vez, todo reencuentro es siempre con reproches, che.

Yo dijo...

Hola, Diego, planteas la relación con las buenas ideas como algo sujeto a capricho y a abandonos y reencuentros, con todo y reproches. Me suena como a esas relaciones tormentosas con la pareja, apasionadas. De cualquier manera, pienso que sí se trata de una relación viva, orgánica.
A mí me gusta lo que dice la autora sobre el tejido porque está muy relacionado con la idea originaria del texto como algo tejido, con trama, con textura.
saludos, che.

Anónimo dijo...

Y no estoy para nada en desacuerdo con ella, sino que sólo ofrezco --vaya tipo ególatra-- una alternativa de lectura. Highsmith lee la construcción desde el racionalismo productivo, que comparto. Pero no podía dejar de señalar la génesis conflictiva de toda teoría de la producción. Por otro lado, no deja de ser que hau ciertos combates que ni El Hijo del Santo libraría bien contra algunas ideas. Son de esas ideas-tallarín-serpiente, que te enredan y hacen sudar hasta que puedes desanudar el atolladero de fideos. (Y aquí paro porque esto se va al diablo...)

Yo dijo...

Como gente de buen diente, el símil con la comida dificultosa, pero sabrosa, se ve que se impone. Nada como encontrar esas ideas que vienen encerradas en un buen plato de ravioles.
Lo que me gusta de la Highsmith es que propone medidas prácticas, realizables, sobre cómo atacar la escritura cotidianamente. En otra parte de su libro da consejos muy útiles sobre cómo ahuyentar un poco esas preocupaciones cotidianas que estorban a la hora de escribir.

un abrazo