miércoles, 24 de marzo de 2010



... y ello daba lugar a nuevas revelaciones de la increíble ferocidad de su enemigo. Cruelmente se daban mordiscos no sólo unos a otros, a las tripas que se les salían, sino que, como arcos flexibles, se doblaban para morderse sus propias tripas, hasta que esas entrañas parecían tragadas una vez y otra por la misma boca, para ser evacuadas a su vez por la herida abierta.

Herman Melville / Moby Dick

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