otra versión
... esto reveló otro aspecto de la increíble voracidad del enemigo. Los tiburones no sólo se mordían ferozmente la vísceras colgantes unos a otros, sino que se doblaban como arcos flexibles y se mordían a sí mismos, de modo que al fin esas entrañas parecían tragadas una y otra vez por la misma boca para ser arrojadas por la herida abierta en el lado opuesto.
Herman Melville / Moby Dick
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