lunes, 11 de enero de 2010


Javier Munguía, crítico literario y autor de los libros de cuento Gentario y Mascarada, publica en su blog Libroadicto, en Cuatrogatos y en la Revista de Letras una reseña de OLFATO:


Hay cierto tipo de literatura infantil y juvenil que, sin caer en el didactismo, sin tratar de cohesionar a sus lectores o imponerles normas de conducta, los enfrenta a conflictos que les abren los ojos respecto de sí mismos, de su entorno, de la convivencia con los otros. Ya sean circunscritos al ámbito que conocemos como realista o ubicados en planos fantásticos que van más allá de las experiencias comunes, que incorporan a su materia narrativa la desmesura imaginativa, los sueños y los miedos más recónditos, estos libros entretienen pero también dan cuenta a sus lectores de la compleja y contradictoria materia de la que estamos hechos los seres humanos.
Un segundo tipo de literatura para niños y jóvenes tiene un propósito más modesto, pero no por ello desdeñable: mostrar a su lector los poderes de la literatura para embrujarlos, para retenerlos ante el papel y la tinta sin otro gancho más que la intriga narrativa, que el prurito por conocer los pormenores y los giros de una historia apasionante. No es que en esta clase de obras los problemas acuciantes de mujeres y hombres estén del todo ausentes, sino que el énfasis no está puesto en profundizar en ellos, sino en colmar esa necesidad milenaria de inventar y contar relatos que nos saquen de nuestra vida cotidiana y nos hagan vivir aventuras de otro modo inalcanzables.
A este segundo tipo enunciado corresponde el libro que ahora reseño: Olfato, de Andrés Acosta. La novela consta de un prólogo y tres partes, contadas por dos narradores distintos. Apenas iniciada la obra, el joven Fulvio, de 17 años, nos hace una revelación crucial con una naturalidad tal que no nos queda sino creerle: él es un vampiro. Fulvio nos revela varios datos más, entre los cuales nos suelta, para picarnos la curiosidad, que está pasando por apuros y que acaba de hacer un pacto que no puede romper. Si queremos saber cómo es que se hizo vampiro, si salió bien o mal de sus problemas y de qué se trata ese pacto irrechazable, tendremos que seguir leyendo el libro.
Toda la primera parte Fulvio la dedica a narrarnos cómo le fue inoculado el virus que lo ha convertido en un chupasangre. La segunda parte nos depara una sorpresa: en ella Fulvio está del todo ausente. Se hace cargo del relato un narrador en tercera persona que nos cuenta la historia del Coronel, un hombre maduro muy parecido al creador de la franquicia Kentucky Fried Chicken cuyo trabajo consiste en sumergirse en coladeras llenas de mierda para destaparlas. Pero el destino del Coronel, del cual está más que harto, cambiará pronto con el hallazgo, entre aguas podridas, de un anillo de oro y un ejemplar de la famosa novela de Patrick Süskind El perfume. Estos dos objetos le darán nuevas ambiciones e ideas para alcanzar el poder por el que siempre ha suspirado. En la tercera parte del libro, donde la tensión alcanza nuevas cimas, los primeros dos planos convergen. Vuelve como narrador y protagonista Fulvio, quien además de aprender a ser un vampiro tendrá que enfrentarse a fuerzas extrañas. En este apartado aparecerán fragmentos que, como el prólogo del libro, se diferencian por el uso de otro tipo de letra y que serán anticipos en el tiempo, indicios que tienen como fin que el interés no decaiga nunca.
Con esta novela, Andrés Acosta resultó ganador del Premio Gran Angular México 2009, del que ya había quedado finalista en 2006 con El complejo de Faetón. Luego de la lectura de Olfato, el premio no podrá sino parecernos muy merecido. Estamos ante un escritor con pleno dominio de sus recursos, que además de dar a su novela una estructura impecable, posee un estilo que, sin sacrificar la agilidad ni caer en la afectación, ofrece un lenguaje rico en su variedad.
El libro presenta al lector joven un protagonista con el que puede identificarse, pues lo aquejan muchas de las dudas e inquietudes de los adolescentes y a la vez vive aventuras con las que muchos de ellos quizá han soñado en repetidas ocasiones. En todo caso, Olfato tiene los méritos suficientes para seducir a lectores de cualquier edad, pero es ideal para iniciar a los jóvenes en los placeres de la lectura.
Javier Munguía / Libroadicto

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